martes, 4 de junio de 2013

Con morfeo en la cama




Agustina había decidido consultar sus dudas con la almohada.  Y se  adentró en la noche, cuando Morfeo la invitó a caminar por  sus tierras de algodón.  Descubrió que detrás de una neblina tupida  había tres puertas. En la primera podía leerse:  Sexo sin amor y  accedió  con recelo  por el miedo que le causaba la oscuridad que había en el interior de la estancia.  Pronto  unas manos la desnudaron y percibió el calor de otros cuerpos sobre el suyo, caricias anónimas  que la envolvieron como una manta  de fuego sobre la piel. El silencio dio paso al contacto y a la expresión corporal como único enlace entre  la carne y el deseo. Aún con el placer entre las piernas salió sobrecogida de soledad y,  entró en la segunda habitación  que anunciaba: Amor sin sexo.  Accedió por un pasillo luminoso y perfumado que la hizo sentir que flotaba  llena de sensaciones.   Caminó con el pecho henchido  hacia una sala donde le esperaba él,  con su rostro, su cuerpo y su nombre, y todo  él  parecía estar dentro de ella.  Pero al palparse con ambas manos descubrió su ausencia y se abalanzó sobre  sus brazos  para fundirse en  un larguísimo beso. Cuando llegaron al deseo y desnudaron  el  alma se abrió de forma automática la habitación del Amor con sexo.  Y allí, se abandonó  hasta encontrar el nosotros que la transportó  al orgasmo y la despertó del sueño repleta de ternura. La mañana  se desperezaba en el horizonte y unos rayos de sol  se colaban  tímidos en la habitación, que le rozaron la cara y  la hizo sonreír. Se arrebujó entre las sabanas  y con las  manos tibias  se acarició el cuerpo hasta llegar a su  sexo dispuesta a abrir  la puerta del Amor propio.


17 comentarios:

emejota dijo...

Sencillamente me ha encantado la magnífica descripción que has hecho de dicho "acontecimiento". Bsss.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

No está mal pero también podría haber pasado de la habitación del sexo sin amor a la del amor con sexo.
En cuanto al amor propio puede haber estado en cualquier orden. Pero es el sueño de la protagonista.

LAO dijo...

interesante tu relato. Es indudable que la única puerta verdadera es la del Amor. Muchos saludos amiga VENUS!

Montserrat Sala dijo...

Eres increible Encarni: El amor propio el que no tiene puerta, puede tener varias acepciones. Me gusta leerte, tu lo sabes. (y me gustaria comunicarme mas).

Un fuerte abrazo, amiga.

mariajesusparadela dijo...

Nunca se me habría ocurrido llamarle "amor propio".
Lo tuyo es "humor propio".

Paco Tudela dijo...

Desde luego, con esas noches y esos despertares, se levanta una (o uno, si fuera el caso) llena de energía, optimismo, alegría, buen humor y con ganas de comerse el mundo.
Sugerente relato.

Encarni dijo...

Jajaja, Maria Jesús, el humor puede abrir muchas puertas, incluso la del amor, propio o no.

Matices dijo...

Pues después se abrir puertas, y conocer, supongo que no hay nada mejor que conocerse y disfrutar... del o con el "amor propio"

Un beso, wapa

Tracy dijo...

Interesante recorrido.

Charo dijo...

Me gustan los cuatro aspectos del amor y aunque el ideal es el "amor con sexo" yo creo que en la vida hay momentos para todos excepto si encuentras el ideal desde el principio y para siempre.
Un beso

Ana dijo...

No son excluyentes, supongo que hay cabida para todo tipo de combinaciones de amor y sexo, en esto cada cual... lo que sí me parce imprescindible es el amor propio.

Besos

JACC dijo...

Quizás el amor propio sea el que no te traicione nunca...jajaja. Un saludo

Sara dijo...

Qué precioso te ha quedado, Encarni :)

San dijo...

Puertas para distintos momentos, ¿una excluye a la otra? espero que no.
Lucido texto, sin duda.
Un abrazo,guapa.

Esilleviana dijo...

:) al amor propio hay que atenderlo con la delicadeza y el mimo suficiente para que brote y no languidezca.

un abrazo

pikolin normablock dijo...
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Á.Liétor dijo...

Sensual y sugerente relato que estimula el deseo y el autoconocimiento. Me encanta ;)