En
Córdoba fuimos algo más que palabras, ellas se presentaron primero a través de
esta ventana virtual y nos vistió de
largo un JUEVES cualquiera como el
comienzo de una semana de magia y
fantasía alrededor de un tema. Cada
jueves nuestras palabras acudían a la cita con las mejores galas, dispuestas a
enredarse con otras palabras y conocernos en el salón del silencio y la lectura. Por eso, Córdoba fue un
patio, ese que riega y cuelga sus macetas con diferentes colores en un espacio
colectivo, así también son los Jueves,
como un ramillete de amigos que salen al patio a respirar las flores.
Yo
llegué a este patio cuando las profecías anunciaban el fin del mundo y Chelo
(San) me invitó a su jueves. No le prometí nada, pero dibujé una puerta con
lápices de colores para salvarme, creo que esa
puerta fue con la que entré a
este fantástico patio Juevero, lleno de luz y buena tierra para sembrar las
semillas que florecen como sueños entre nuestras palabras de cada semana. Así me
sentí, como si nuestros sueños crecieran al ser compartidos, y así, me quedé
con la sensación de ser una más en este gran patio virtual.
Ahora
abro mi abanico (el que me regaló Toñi) lleno
de flores dibujadas y me llegan los
recuerdos que se despliegan con la misma
gracia con la que compartimos ese nexo
común de encontrarnos, pero esta vez el
encuentro trajo la complicidad de las
sonrisas, el afecto junto a los abrazos, la cercanía de las miradas, las
múltiples charlas que tienen la promesa de continuar en cualquier momento, tuvo el camino sobre nuestros pies y un gran
cielo azul que nos envolvía.
Admito que dirigir mi primer Jueves no fue fácil,
pero confieso que fue muy humano porque existen circunstancias en la vida en las que
hay que tomar decisiones y al igual que cada persona es un mundo, cada
decisión se hace personal e intransferible, por eso, tengo
mucho respeto a las palabras, textos, relatos, cuentos, etc., porque
detrás hay una persona que piensa, vive y actúa, además de que comparte y
escribe. No me preguntéis por qué, pero ese jueves fue el más importante de todos porque fue la antesala del verdadero
encuentro.
Y
encontré el espíritu juevero, tiene
forma de burbujita cálida que se siente en mitad del pecho ¿a qué sí?
Gracias
por ser como sois. Gracias a Mª José y Carlos,
a Pepe y Toñi por hacer que Córdoba fuera algo más que un paseo.