martes, 29 de noviembre de 2011

25 de Noviembre. Contra la Violencia.



Un ruido de golpes. Silencio.
En el pecho recoge los pedazos
de un amor esparcido por el suelo,
un puzzle roto que, un día se elevó
como una torre para escupir grillos
y expulsar sapos, sin llanto y congoja.

No más silencio, no más golpes,
no más ruido de manos fuertes,
no más lágrimas sin sentido.

Y brotaba la hiedra en su jaula
levantándose de sus raíces;
y crecía sobre el muro la esperanza
dejando atrás el miedo desterrado
y la ira amontonada en un armario.

En ese último azote, se atrevió a increpar
y a ponerse de pie con todas las heridas,
en el cuerpo y en su alma, con valor suficiente
para empujar la puerta y salir caminando.





Pégale a una pared. Reyli


viernes, 25 de noviembre de 2011

TARDE CON CLARA



CLARA OBLIGADO se presentó sencilla, igual que si hubiéramos llamado a su puerta y nos hubiera recibido con ropa de andar por casa y nos hubiera ofrecido tomar asiento para compartir un café en una tarde lluviosa. Vino sin adjetivos, sin ornamentos, con nombre propio. Se sentó entre nosotros y mezcló su sentido del humor argentino con nuestras ganas de acompañarla. La tarde se hizo deliciosa con sabor a palabras.

Nos reunimos con Clara en la cafetería ‘Las Batallas’, por una parte gracias al Centro Andaluz de las Letras que la invita a presentar su nueva obra El libro de los viajes equivocados’ y por otra a la Asociación cultural Lapislázuli que ha tenido la gentileza de invitarnos (como participantes del taller de narrativa) a asistir e este encuentro casi furtivo antes de la presentación. Al ser pionera en los talleres literarios, intercambiamos nuestras experiencias, nuestro taller había sido un taller exprés, y ella comentó que, sus talleres tienen varios niveles, y los del último nivel ya son escritores que publican sus obras.

Un compañero comentó que se negaba a escribir porque pensaba que ya había muchas obras y muy bien escritas (algo que yo misma he pensado alguna vez), en ese momento, la escritora se dirigió al compañero y dijo: eso es como decir que no follo porque hay muy buenos amantes. Y nos echamos a reír, cierto que no lo habíamos visto de esa manera. Porque la relación de la escritura es una relación amorosa, no nos quepa duda. También afirmó que si escribíamos éramos creadores, algo que nos venía grande pero que nos llenó de complicidad.

El grupo del Taller de narrativa

Confieso que no había leído nada de esta escritora; unos días antes estuve mirando en la biblioteca y solo pude encontrar un relato corto de un libro en el que colaboraba junto a otros escritores. El relato me pareció exquisito, no porque se titulara ‘Hombre con mujer en la cocina’, sino porque asociaba la idea de la cocina con la evolución del hombre y la sexualidad a través del tiempo en regresión hasta volver al presente con el postre.


Ya en la presentación del libro, continuó con su calidez y su forma natural de expresarse. Desde nuestro breve encuentro había conseguido que la viéramos cercana, casi como una amiga de toda la vida, afable y accesible.

Lola Romero y Clara Obligado

Después Lola Romero nos leyó el primer capítulo del libro y quedamos embelasados con la historia y con la voz. Y recordé el relato que leí; si aquel hacía una evolución de la humanidad, éste hacía una involución en espiral como una caracola.El libro promete ser interesante y ameno.



Aquí podéis ver una pincelada 'Madison, Los puentes de' de este nuevo libro de Clara Obligado.


Fotografía y texto:@ E. Fernández

martes, 22 de noviembre de 2011

Corazón de piedra (Microrelato)

Fotografía: E. Fernández


Mi paseo matinal se vio interrumpido por aquel extraño que se dirigió a mí y me contó desesperado que había sido víctima de un hechizo, por el cual, le habían reducido el corazón al tamaño de una piedra. Con urgencia cogió mi mano y puso allí su corazón con mi promesa de protegerlo. Desde entonces, lo cuido, pero a cambio, él vive conmigo.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Estandarte fugaz

Una mañana los colores invadieron mi techo y tomaron mi casa, pero sólo fue un instante, me visitaron en son de paz y no hubo que dividir ningún territorio.




La bandera pintada en mi techo

se eleva como único estandarte

de luz y de colores sin gobierno,

ligera como efectos naturales

fugaz como la huella de un lucero.


Fotos: E. Fernández

lunes, 14 de noviembre de 2011

Tiempo de sal

Foto: Encarni Fernández


Para Samuel, el puerto siempre representaba un punto de partida o de llegada, pero ahora, al mirar los barcos atados y mecidos por las olas, reconocía la estación de espera junto al muelle, donde los barcos más deteriorados dormían eternamente amarrados a sus bitas. Miró por última vez al ‘Viento Sur’; ese barco que zarpaba cada seis meses, y de pronto, se vio más joven y más fuerte, con todas las ganas de descubrir el mundo y meterlo en su petate. Sus recuerdos flotaban como el corcho sobre el agua, en el mar oscilante de su memoria, y vio también en el mismo muelle, a Elisa, la novia joven y hermosa que le despedía entre lágrimas y besos, y en silencio esperaba su vuelta.

Samuel miró al horizonte mientras el salitre llenaba sus pulmones, y pensó en sus canas, y en la distancia sin retorno; casi tan extensa y remota como el espacio marítimo. En ese momento le embargó cierta alegría al recordar aquella tarde cuando sus hijos pequeños, ambos de la mano de Elisa le esperaban en el puerto a que desembarcara de ese largo viaje y le pareció oír sus voces saltarinas por el puerto gritando: papá, papá, y echaban a correr a sus brazos. Pensó que había mucho mar en sus recuerdos y todos ellos bañados por las diferentes orillas de su vida.

jueves, 10 de noviembre de 2011

jueves, 3 de noviembre de 2011

La casa torcida (Ejercicio de Narrativa)










La casa se elevaba desde el suelo  en líneas sinuosas y deformes hacia  arriba, lo que otorgaba a la construcción  una  perspectiva fantasmal, sacada sin duda de material onírico,  y forjada de cuentos de hadas y castillos encantados. Las ventanas  colgaban amenazadoras a través del brillo de los cristales, y las curvas descendían hacia abajo, donde  varias bocas se mostraban como puertas abiertas a la entrada.
Cada uno de los inquilinos e inquilinas de aquella mansión  habían llegado allí  a través de un sueño que reconocieron enseguida, nada más verla.
El primero en llegar a la casa fue Gerardo; profesor de filosofía, hombre de fuerte carácter y claras convicciones que, a sus 60 años   tras quedarse viudo desde hacía cuatro y con sus hijos independizados, encontró en el patio el lugar idóneo para cuidar y cultivar, sus flores y plantas.
En los áticos A y B se instalaron Julio y Natalia. Él, escritor y periodista que en la quietud de la noche, bucea en el misterio de su primera novela junto al encargo de algunos artículos periodísticos. Ella, actriz principal de la obra ‘La dama Boba’ con gran repercusión y éxito años atrás, espera un  papel que la catapulte de nuevo a la fama. Mientras esto ocurre, sirve copas en un local regentado por el mundillo artístico y cultural.
En la vivienda A de la primera planta, se instaló Miguel - un señor de mediana edad, que ejercía de Psiquiatra en  un hospital-  junto a su madre,  Doña Leonor de setenta y cinco años. Ambos mantenían una relación materno-filial bastante correcta y tolerante entre ellos. En la vivienda B, se trasladó  Candy, una importante restauradora de cincuenta y cinco años que acaba de divorciarse de  su marido, un capullo de las finanzas    que se lió con  una mujer treinta años más joven.
A pesar de los meses viviendo en el edificio, los inquilinos mantuvieron las distancias  unos con otros hasta el día que recibieron la carta del ayuntamiento anunciando  la poda del árbol  situado cerca de la entrada principal. En la misiva incluía el mes, el día y la hora del sacrificio. Después de recibir la noticia,  Gerardo estuvo todo el día nervioso, yendo de un sitio a otro cabizbajo, pensando en cómo impedir semejante sacrilegio. Y en ese ir y venir, decidió convocar en su patio a los vecinos y vecinas para la tarde del día siguiente e intentar solucionar el grave problema que suponía eliminar el árbol en plena primavera.
La tarde de la reunión, una vez que se presentaron todos los inquilinos e inquilinas  emplearon unos minutos de charla informal, y a continuación el profesor de filosofía  abordó  el asunto de la poda de una manera directa  manifestándose en desacuerdo con la notificación del ayuntamiento. La vecina del 1º B, defendió con vehemencia  la extinción del  arbusto y enumeró todos  los inconvenientes de tener  un árbol a la entrada; por la poca visibilidad del edificio, y por las dificultades de tener  las ramas tan cerca de las ventanas, con  el peligro  de ser invadidos por animales, insectos e incluso personas. Natalia a pesar de estar a favor de Gerardo manifestó en todo momento su acuerdo con Candy, sobre todo por interés profesional. En cambio, Julio y Miguel se posicionaron a favor de la restauradora, e incluso defendieron con argumentos la decisión de cortarlo de raíz.
 Gerardo utilizó toda su filosofía,  incluyendo la razón  y por eso,  quiso ser pragmático  y,  dio una lección didáctica sobre la vida que contiene un árbol como ser vivo,  purificador del aire y de la atmósfera. Pero todo análisis era rebatido por la restauradora y, apoyado  por el resto de vecinos. Gerardo pensó que  estaban sentenciando al árbol  a la pena de muerte, con el único agravante  de  expandirse frente a la casa. 
A punto de proceder a las votaciones, llamaron a la puerta y el profesor acudió a la entrada. Al rato,  apareció Doña Leonor, madre de Miguel, junto a dos individuos desconocidos. La señora se excusó por interrumpir la reunión, miró a su hijo de soslayo y presentó a los dos hombres que vinieron con ella.   El más espigado con el pelo  pajizo dijo llamarse Aníbal,  el otro señor se le conoció con el nombre de Pedro. Este último comenzó  a explicar los diferentes motivos por los cuales no se podía cortar el árbol, entre ellos había uno muy importante que  pudo leerse en un recorte de periódico algo amarillento que mostró a todos los allí reunidos. Enseguida reconocieron a la escritora Agatha Christie muchos años atrás  plantando un arbolito;   el mismo arbolito que ahora se erigía esbelto extendiendo sus ramas repletas de hojas y flores. Aníbal  tomó la palabra y  continuó diciendo que  harían una campaña en contra de la poda  incluyendo ruedas de prensa y actos mediáticos para conseguir la amnistía del árbol. Doña Leonor  alzó la voz,  e hizo un apunte literario  explicando a los inquilinos  que dicha autora escribió una novela  de misterio ambientada  en una casa con las características de aquella  mansión donde todos residían. Continuó diciendo que, el arquitecto del edificio  desde siempre quiso construir una casa con esas características, y buscando entre los archivos de la escritora encontró el árbol. Esto dio lugar a un murmullo generalizado y hubo que poner orden como en las escuelas cuando cada alumno quiere opinar sobre la misma cuestión. El profesor llamó al silencio y, el volumen de las discusiones  fue bajando  poco a poco hasta no oírse nada. Fue entonces cuando  manifestó su decisión de apoyar la iniciativa de aquellas personas. El árbol no se cortaba.