jueves, 27 de octubre de 2016

Este jueves. Detrás de una puerta


La puerta azul (Pablo Buchard)



ALMA
El azul de la puerta se desvanece sobre la madera, pensó la mujer que se hallaba frente a la entrada.  Ella también se va  disolviendo con los años,  apenas si le queda color en  pelo .  Con la punta de sus dedos  rozó la entrada y advierte una ranura al lado del pomo que la invita a empujar. Al otro lado, un pasillo deja entrever una ventana que ilumina  varias estanterías repletas de libros amarillentos y pergaminos amontonados, unos sobre otros desde el suelo.
Camina despacio,  entre el miedo y la curiosidad. Quiere  averiguar  qué hay en la habitación del final donde las ventanas espían  silenciosas la penumbra que marcha con ella.
Un hombre de cabello largo y gris, ataviado con una túnica oscura, aparece a su encuentro. Ella sólo tiene preguntas y comienza a interrogar al anciano.
-         Sí has llegado hasta aquí, encontraras las respuestas,  yo sólo soy   el guardián del pasado.
En la pared izquierda hay un enorme reloj que  cuenta las horas al revés. A medida que avanza, ella se ve más joven, pero no así el guardián que la observa en silencio. Por un momento el reloj se detiene, y se asoma a la ventana para descubrir  la ciudad en la que vivió cuando tenía veinte  años.  Ella percibe su cuerpo como si tuviese  esa edad. Sorprendida  se dirige de nuevo al anciano:
-         A esta edad tuve un accidente de tráfico y estuve varios días en coma. Cuando desperté, no recordaba nada, ni a nadie. Me dijeron que Alma era mi nombre. Me vistieron con ropa de ella, y en ella me convertí , pero en realidad  no sabía quién era, ni  quién soy. En ese accidente perdí a la niña que fui, a la adolescente que creció y  a la joven que despertó sin memoria. ¿Cómo puedo  recuperar todo ese tiempo perdido? .
-         Ven- le dijo cogiéndola de la mano-  mira de nuevo por esa ventana,  podrás verte a ti misma.
Alma notó el calor del hombre  y se sintió reconfortada. Miró  de nuevo por aquel marco y  se reconoció al instante. El reloj volvió a girar en sentido contrario. Fue haciéndose niña entre juegos y experiencias a través del cristal. Allí estaban sus años, los que se borraron de su vida haciendo de ella un personaje. Y lloró. Lloró al verse recuperada en sus recuerdos.
De nuevo el reloj se paró.  Alma un poco asustada  miró al guardián y le interrogó:
-          ¿Y ahora qué?
El anciano la acompañó hasta otra puerta más pequeña  de color añil.
-         Entra, no tengas cuidado, ahora te toca nacer de nuevo.

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