Violeta
era una niña muy curiosa e inquieta; deseaba conocerlo todo y se
entretenía con cualquier cosa: miraba las plantas, trepaba por los
arboles, charlaba con las mariquitas y jugaba con los perros y gatos que
hubiesen por la calle.
Uno de esos días Violeta
se entretuvo un poco más de lo normal y se hizo de noche. Sus padres
estaban preocupados y molestos, así que cuando la vieron entrar
por casa la castigaron tres días en su habitación sin salir.
El primer día de castigo, Violeta miraba a través de la ventana los pajarillos
y las mariposas que volaban por el cielo, y observaba a unos niños que jugaban frente a su casa.
- Cómo se divierten todos, y yo sin poder salir. - dijo con la cara pegada a los cristales.
Oyó la puerta de la calle, y supo que su mamá había salido a comprar. Bajó
las escaleras y se escapó.
Corrió hasta salir de la ciudad y se adentró en el bosque. Fue la primera vez que llegaba hasta esos parajes. Todo para ella era maravilloso y sorprendente, y caminando llegó al cruce de un río.
- Si pudiera cruzar este río, si pudiera...- murmuró mientras cerraba los ojos y sentía una brisa cálida que la empujaba hacia delante. Puso
un pie en el agua y sintió que algo se movía debajo de ella. Al abrir
los ojos descubrió que unas tortugas y una cadena de peces le ayudaban a
cruzar al otro lado.
La niña muy contenta le dio las gracias.
Continuó
caminando, feliz de descubrir cosas nuevas. Unas veces saltaba, otras
corría y sin darse cuenta estuvo a punto de rodar por un precipicio. Se
detuvo y dijo:
- Si pudiera volar, si pudiera.... cerró los ojos
con la agradable sensación de aquella brisa detrás de ella. Extendió
sus brazos y sintió que alguien la sujetaba en el aire. Al abrir los
ojos vio como cientos de pajarillos la sostenían y le ayudaban a llegar a
tierra firme.
- Si
pudiera comer algo, si pudiera... – ahora no sintió la brisa, pero al
abrir los ojos se encontraba rodeaba de arboles frutales, como manzanos,
naranjos y cerezos. La niña trepó por los arboles y comió hasta saciar su hambre. Pensó que debería seguir allí para siempre.
Pero ese pensamiento le duró poco cuando la noche se le vino encima.
- Debería
estar en casa.- dijo Violeta. Y cerró los ojos con la seguridad de que
cuando los abriera estaría en su casa. Pero al abrirlos se encontró con
una hermosa mujer vestida de blanco que le sonreía.
-¿Tu quién eres? – le preguntó la niña.
- Soy un hada del bosque y voy a ayudarte.
Dame tu mano, esta llave que te doy es mágica. Cuando desees algo
cierra tu palma y también tus ojos y cuando los abras se habrá cumplido
tu deseo.
Violeta
cogió la llave y siguió las instrucciones. Al abrir los ojos se
encontraba en su cama acostaba. Entonces pensó que todo había sido un
sueño, pero al abrir su mano, allí estaba la llave mágica.
- ¡Es fantástico! –exclamó feliz.
La niña volvió a cerrar sus
bonitos ojos, apretó la llave contra su mano y pidió otro deseo. Cuando
abrió sus párpados el hada del bosque se encontraba frente a ella.
-¿Qué quieres Violeta? –preguntó el hada.
- Quiero darte las gracias por todo lo que has hecho por mí.- contestó Violeta.
- En
tu corazón hay tanta fuerza y tanta ilusión, que eso es lo que te
ayudará a conseguir todo aquello que desees. Esta llave es sólo un
talismán que te abrirá todas las puertas. –Al decir esto la mujer de
blanco desapareció.
Violeta
no creyó del todo en las palabras del hada, pero sonrió, guardó su
tesoro debajo de la almohada, cerró los ojos y se quedó dormida.
FIN
Ilustraciones: Javier Montoya
Texto : Encarni Fernández
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Nota: Este cuento se lo contaba a mi hija cuando era pequeña y para ser sincera con los Jueveros/as debo decir que está incluido en mi blog cuando no me leía casi nadie (allá por el año 2009) y en los inicios de este proyecto que se llama 'Brisa de Venus'. También lo incluí en el final del libro viajero que viajó por toda España hasta llegar a Paradela. Me pareció que habíamos realizado este cuento entre todos y todas con aquella frase de Violeta 'si pudiera...', como los deseos convertidos en realidad, que me pareció interesante incluirlo ya que la idea se materializó de forma positiva y gratificante.