miércoles, 16 de abril de 2014

Este jueves, un relato. Mara Laira

ENTREVISTA DE MARA LAIRA

Esta noche en el programa radiofónico de Mara Laira, ‘Virtualidad’ entrevista al pretigioso antropólogo Andrés Cifuentes.
Mara Laira:   Buenas noches, en estos días, usted ha publicado un artículo en la revista  ‘Con-conciencia social’, un artículo sobre un grupo virtual llamados ‘Los jueveros’  que en estos días han creado cierta polémica. En su artículo detalla dos términos antropológicos: emic y etic. Nos puede usted ampliar esto dos conceptos.
Andrés Cifuentes:   El concepto emic,  trata el punto de vista interno de las personas que están integrados dentro de una cultura, de un grupo, o de la propia sociedad, es decir,  buscar qué tienen en común: valores, creencias, motivaciones, normas… que les hacen unirse, y que le imprime carácter y personalidad  al grupo creado. Y el termino etic, es una descripción de hechos observables de forma externa por cualquier  persona desprovista de interés por descubrir el significado que los agentes involucrados de ese grupo, cultura, etc.  le dan a sus normas o tratan de algún modo modificarlas.
Mara L: Dígame Señor Cifuentes, ¿cómo aplicó ambos conceptos en su estudio sobre los Jueveros y sus normas primigenias?
Andrés C.:  Verá, trataré  de ser breve, en principio debemos estudiar lo que hace la cohesión de un grupo, cuáles son sus normas a seguir, sus vínculos emocionales, sus tradiciones, cómo evoluciona el grupo, el respeto por los integrantes, cuáles son sus metas, cómo se reúnen, y todo lo que comporta el estudio de un grupo social. Por ejemplo, si dentro de las normas existe una que indique que no se puede publicar textos antes del miércoles(de ahí el nombre de Jueveros), desde el punto de vista interno en el que se creó las bases,  éstos argumentan, entre otras cuestiones, que la persona que organiza desde su blog el tema esa semana, si  publican antes de esos días, el esfuerzo y el trabajo se amplía o se extiende a toda la semana, y lo que podría cubrirse en tres o cuatro días a lo sumo, el trabajo se multiplica. Desde fuera puede verse como una norma arbitraria, o modificable desde el punto de vista etic, e incluso se puede justificar con argumentos personales o de diferentes intereses. Pues así todas las normas tienen una explicación interna y otra externa.
Mara L:Trata de decirnos que si desde la visión etic, los puntos de vista tienden a modificar las descripciones emic, ¿todo cambiaría? ¿Qué se perdería la cohesión, o la esencia juevera?
Andrés C.: En cierto modo sí. Le voy a plantear otro ejemplo. Si usted fuera el personaje inventado de un escritor, y para darle credibilidad, le añade ciertas descripciones, cómo que usted cumple años el 19 de abril, que le encanta Calamaro y que tiene el pelo azul, desde el punto de vista interno, el escritor la está creando mediante unos valores ficticios, pero está utilizando un conjunto de conceptos, incluso le ha puesto un nombre, usted se llama Mara Laira, pero, imagínese que otros escritores quieren modificarla porque no le parece que el pelo azul sea estético, o que su nombre se cambie por el de Maira Lara, o  Moira  Lara, o cualquier otro,  y qué a usted no le guste Calamaro, sino que le encanta Javier Krahe, o cumple años el 22 de noviembre, el personaje creado  quedaría desvirtuado desde el punto de vista del autor que la ha imaginado.  Usted no sería usted, sería lo que cada cual invente para usted. Este es un ejemplo bastante ‘sui generis’ pero que también valdría para explicar los dos conceptos en este tema en particular.
Mara L: Pues menos mal que no soy un personaje ficticio, porque ahora mismo tendría una crisis de personalidad, jajaja. Ya no nos queda más tiempo señor Cifuentes, le agradecemos su presencia en nuestro programa y le prometemos una nueva invitación para que nos hable de estos temas tan interesantes. Buenas noches.

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jueves, 10 de abril de 2014

Este jueves, relato. ¡Qué arte mi arma!



BOLITAS DE PAN
     Araceli  tenía un talento extraordinario, hacía bolitas con la miga de pan. Se  pasaba los días hurgando en el interior de las barras  y   modelando   con los dedos  igual a la plastilina. Las  creaba de todos los tamaños y con el paso  del tiempo, que éstas se endurecían, las utilizaba como canicas o como piedras arrojadizas en clase.

    La maestra  no se acostumbraba  a ver aquellos granos rodando por el suelo o alrededor de su mesa. Una mañana  se llenó la mano de  esas migajas   de formas tan perfectas,  que le invitó a  pintarlas de colores.  Ella lo percibió como un  nuevo  reto a  desarrollar su talento, comenzó a robar la  parte blandita de los panes en todas las casas amigas o vecinas, y así, fue perfeccionando  su arte.  Hasta  que desaparecieron todas sus  creaciones y nadie supo aclararle lo sucedido.

      Desde entonces, ocultó sus  productos  en algún lugar secreto de su casa, porque podíamos verla afanada con las manos,  pero  no  sus figuras redondas de todas las medidas y tonos. Intrigada por tanto misterio, le pregunté dónde guardaba sus bolitas, y ella,  muy misteriosa, me llevó  a su dormitorio.  Me hizo agacharme y mirar debajo de la cama.  Allí estaba todo su arte, blindado  por un batallón de hormigas.



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