Una mañana me encontré a Sani por este espacio virtual y me preguntó por los jueveros. Intercambiamos algunos correos y lo introduje en el grupo que tenemos en Facebook y desde allí conocí la historia de Sani. Me pareció un hombre con gran sentido del humor hasta para las cosas difíciles. Quizá por eso, porque lo veía un hombre que le ponía color a la vida, he elegido este trozo de su relato para recordarlo. Va por ti Sani.
13.- “Colores”
Poco podías imaginar, cuando entraste en el taller de pintura de Claude,
cerca de la Escuela de Artes y Oficios, y ella te mostró un montón de cuadros
ya acabados y amontonados en un rincón de ese estudio; que también tú, al cabo
de unos meses, ibas a decidir comprar un caballete y una caja de pinturas con
sus pinceles, su paleta y su colección de
óleos, porque también tú querías ver qué serías capaz de pintar…
Pintar lo que fuera, porque era tu
asignatura pendiente, tu camino por recorrer a través de los colores, como
si al principio no tuvieran forma, solo
el deleite de verlos deslizarse por el
lienzo y esparcirlos como terreno de conquista sobre el blanco inmaculado de la
nada. Más tarde, pasaste a la aventura de mezclarlos, persiguiendo otros resultados , otros tonos que alcanzaran la luz para ir de la mano de
aquellos primarios que se parecían tanto
a las emociones y que, por ese motivo te costaba tanto fusionar el blanco y el negro, con su gama de grises que amenazaban tormenta cuando la vida ponía nubes en todas partes
menos en el en el cielo. Llegaron las formas a tus pinceles; grandes y
pequeñas, como figuras que desean crecer y buscar su espacio propio en multitud de imágenes compuestas y combinadas entre sí en armonía.
Te llevó tiempo conseguir el lenguaje
pictórico y visual, pero una vez enseñados los pinceles, aprendieron a contarnos lo que
siempre quisiste decirnos, antes del adiós. Abriste tu galería con amplios pasillos
para acomodar todos tus paisajes en una exposición final.