Decidió que para romper la
distancia de nuestras pantallas nos conociéramos en la mejor cafetería de la
ciudad. Le dije que llevaría un pañuelo
rojo en la cabeza a modo de felpa, él
comentó que me haría una foto nada más verme.
Cuando disparó el flash, sorbía de mi taza de café mientras se cruzó una
de mis fantasías. Al acercarse a mí,
me insinuó que en aquella foto quedó grabado también mi pensamiento. Después me dejó la
llave de su hotel para compartir el suyo.
Más regalitos en casa de Gaby