También tenemos un blog colectivo que se llama 'Lo que pienso lo escribo'
Aprovecharé este momento y escribiré en ambos blogs mi pequeña aportación al encuentro. Aquí porque no sé sí lo escucharéis bien, por el ruido de fondo y todo eso.
POR QUÉ ESCRIBO
No sé como ocurrió esta aventura de escribir, sé que antes de que las palabras se sujetasen mi caligrafía en el papel, las palabras viajaron a modo de cuentos a través de la voz de mi abuelo hasta mis oídos. Cuentos con los que imaginaba un mundo de fantasía y que quedaron en mi interior como una semilla que germina igual a una planta. Pero hasta que no aprendí a leer y a escribir, no pude materializar mis sueños. Recuerdo que siempre atesoraba un cuaderno y un lápiz entre las manos, y con aquellos objetos me sentía protegida, tanto que, a cualquier contratiempo que sucediera los aprisionaba contra mi pecho. Aquellos cuadernos que confeccionaba con papel de estraza y grapadora, me permitieron dibujar princesas sin diadema y contar historias que me quitaban la angustia.
Con los años y el acné sobre mi cara, cambié las princesas por historias de amor, y los cuentos, por versos tristes que enraizaba en interminables libretas de cuadritos. Emborronaba con tinta de bolígrafo el desengaño, el desamor y todos los sentimientos que por entonces afloraban en mi habitación. Mi cuarto, en muchas ocasiones se convirtió en celda de castigo y, fue allí donde las palabras se bañaban con mis lágrimas, pero también allí afilaba mi lápiz y ensartaba el miedo para que las palabras brotaran de mi boca.
Hubo una época en la que me aferré a las palabras como el único puerto de un barco que hacía aguas, e incluso a punto de irse a la deriva. Fueron noches de insomnio, las cuales el sueño no se dejaba querer, y las busqué a conciencia para trazarme un camino. Otras veces eran ellas las que reclamaban mi atención; las presentía dentro y deseaban salir en forma de versos o frases sueltas que más tarde formarían cadenas de palabras junto a mis folios.
Con el tiempo, mi necesidad de escribir se debía a querer reconciliarme con mi vida; igual mi vida estaba llena de historias que pasaron muy deprisa por mi lado y casi sin darme cuenta deseaba volver a recordarlas y que las palabras me dijeran como fue. Las historias eran piezas de un puzle que no acertaba a encajar, de alguna manera, escribirlas le daban forma, la forma para entender cómo sucedieron algunas acciones que andaban inconexas e incompresibles en mi memoria.
Después de mantener una relación de amor y odio con las palabras, ahora sostenemos una relación íntima, ellas me dejan transmitir mis sentimientos y emociones, y yo las ayudo a imaginar o a soñar por otras sendas de la vida.