lunes, 15 de agosto de 2011

Los campos y la campana

Ya estoy de vuelta. Todavía estoy asimilando el volver y sobre todo el calor. Este relato se me quedó a medio hacer antes de irme a la playa y lo acabé allí, por eso no pude participar, pero una vez acabado aquí está. Gracias por vuestros comentarios. Intentaré ponerme al día.
Continuación de Las matrioskas

Si Álvaro Cunqueiro se ató el camino a la cintura, ella se desató en aquellos campos, en esas tierras en las cuales su camino tenía las mismas raíces que los árboles, que la hierba, los mismos pies de barro y las mismas ramas para abrazar al viento. Y, si pronto la semilla de su vientre dejaría de ser un secreto, la maternidad buscaría la misma tierra para abrirse como una flor. Su hija nacería en el mismo lugar que sus ancestros. Porque aquel era su hogar a pesar de la distancia que puso, a pesar de su carrera, a pesar del profesor, a pesar de ella misma.



En el exterior de la casa, en la entrada, colgaba una campana, objeto que simbolizaba para
los antiguos egipcios, el dios del sol nocturno y el señor del mundo de los muertos, Osiris. Pero quién la colocó allí fue una tía abuela enamorada de la mitología griega en la cual la campana era el símbolo de Príapo, dios de los rebaños y de la fecundidad de la tierra. Desde pequeña, ella sabía que la campana era mágica. Sólo cuando el viento la hacía sonar algo maravilloso estaría por ocurrir, siempre era un buen presagio.


A decir verdad todo era mágico, la hora de la infancia no terminaba nunca y, ella lo sabía. Los recuerdos brotaban ahora como aquellas semillas que tan misteriosamente trajo su tía y que plantó en un trozo de tierra. Decía que eran las semillas de la amistad.

-¿Y qué fruto tienen esas semillas? –preguntaba ingenuamente.

Aquella mujer sabía abonar la curiosidad de la niña como se abona la tierra, y la ayudaba a crecer como las plantas ,y entonces, contaba algún cuento que había leído o que improvisaba sobre la marcha.

-Dicen que la diosa del Amor, Afrodita, plantó las primeras semillas de la amistad, y que de ellas salieron unas florecitas pequeñas. Cuentan también que, cuando la diosa las vio brotar de la tierra las acarició tan delicadamente que las impregnó de una exquisita fragancia que emanaba como un perfume sobre los campos.

La niña, llena de curiosidad, tuvo que esperar hasta que crecieron las plantas y se recolectaron. Nunca pudo imaginar que el resultado de las semillas fuera el orégano, el simple y sencillo orégano. El condimento alimentario de muchas recetas culinarias. Al recordarlo volvió la sonrisa infantil y los paisajes de aquellos tiempos como fotografías colgadas en su memoria.



Pero su memoria ahora se escondía debajo de la cama y se vio a si misma encendiendo una vela, aun a riesgo de provocar un incendio entre el colchón y el pasado, y sacaba todas las fotos de una antigua caja de puros reciclada y redecorada. El tiempo parecía devorar las imágenes de todas las personas que posaron para la máquina fotográfica, pero ellas continuaban sujetas al papel cartón con la misma mirada inmortal de aquel instante.

Una de esas noches invocando los recuerdos algunas imágenes recobraron vida. Cuando sucedió tuvo que restregarse los ojos porque pareció como un sueño o tal vez lo fue, ahora, los recuerdos se proyectaban igual que las imágenes oníricas y no estaba segura de nada, solo de recordar como la imagen se mostraba sinuosa a la luz de la vela y de ella salió una voz que le susurró una increíble historia.



A partir de esa noche
descubrió que no había fronteras entre la realidad y la fantasía, entre la vida y la muerte, entre la verdad y la magia. Llegado a este momento se llevó la mano a su vientre y lo acarició pensando que la vida en su misterio traspasaba muchas fronteras. Y allí envuelta en todo lo real e irreal el agua rodó entre sus piernas y, el viento que vigilaba desde el rincón de Afrodita comenzó a golpear la campana.



4 comentarios:

nocheinfinita dijo...

Buen presagio el sonido de la campana.
Muy buena continuación del relato Encarni.

Un beso

Dilaida dijo...

Me encanta este relato, es estupendo.
Bicos

Montserrat Sala dijo...

Una lástima que no pudieras presentar tu relato a tiempo para ser votado. quizás esto habria cambiado las cosas, que perece ser, no fueron tan bien como debian de haber ido.
Una historia, bonita tejida entre tu imaginación y las fotos de paradela. Un abrazo

Encarni dijo...

Gracias Noche, se me ocurrió a última hora pero ya me tenía que ir y no daba tiempo. Lo importante es que la historia estaba ahí.


Dilaida, he visto en tu blog que te gusta la mitología griega, la verdad es que es todo un mundo.


Montserrat yo creo que las cosas salieron bien, en la playa no tenía conexión de internet y una vez fui a un ciber que iba muy mal, y otro día estuve en la biblioteca que iba aún peor, por eso no pude seguir paso a paso el concurso. Pero he estado leyendo las participaciones y la cosa estaba bien difícil, y si han ganado Anna y Ana me parece que se lo han merecido de todas todas.

Un beso a cada una y gracias.