El
silencio que procedía de las calles no era un toque de queda. Cuando se perdió
la costumbre de reunirse y la soledad
se extendió por todos los hogares, la amistad quedó privatizada. Desde entonces
el acompañamiento comenzó a costar dinero. Las nuevas empresas emergentes
facturaban el cariño como gasto extraordinario. Desconozco qué precio tiene un bofetón, pero pagaré y pediré la hoja de reclamaciones a la empresa por
este servicio cuando solicite su compañía.
8 comentarios:
Lo has expresado perfectamente...
Saludos
Mark de Zabaleta
Hola! cada dia más concreta i más concisa. pero yo también pienso que lo bueno y breve dos veces bueno. Y en esto ers una verdadera maestra.
Besotes.
Si el bofetón es bueno te será imposible reclamar.
También en la E.M. avisaban "las reclamaciones al maestro armero": nunca le llegó ninguna.
Pues no has descrito más que la realidad porque todo eso ya existe... bueno, lo de la torta creo que todavía no :)))
UN abrazo, compi.
A este paso hasta las amistades se van a privatizar ¿hasta donde vamos a llegar? :)
Bss-
Pues ya lo que nos quedaba, que hasta el amor se privatice, o la amistad...!faltaria más!.
Besos.
¿Realmente existimos? O somos invento de la red.... un saludo.
Pues... me ha recorrido un frio por la espalda al leerte, por si la realidad y la ficción lleguen a igualarse.
Un beso
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