sábado, 24 de septiembre de 2011

Escuchar con el corazón (Reeditado)


Mi abuelo me enseñó a escuchar y a mirar, a pesar de ser ciego. La ceguera llegó cuando él tenía alrededor de los cincuenta años; el desgaste que le produjeron los gases de la cal para pintar zócalos, combinado con una diabetes mal controlada dieron como resultado que sus ojos se apagaran para siempre.

Desde pequeña, me hizo ver con la imaginación a través de sus cuentos o anécdotas. Solía sentarme en su regazo para escucharle, otras veces, él me pedía que le describiera los colores del cielo.

-Hoy está de color azul, abuelo y hay nubes alargadas, muchas nubes alargadas de color anaranjado.

- Mañana hará viento.- decía mientras fumaba su cigarro ‘Celtas Cortos’ y recordaba sus tiempos de marinero.

En otras ocasiones, sin que él me lo pidiera le describía las formas que tenían las nubes cuando el cielo las sujetaba como si fueran de algodón, o simplemente flotaban o se desplazaban con el aire.

-Las nubes son mágicas abuelo – le decía, y él asentía con la cabeza cubierta con aquella boina negra descolorida.

Una mañana, cuando exploraba el final de la calle, descubrí entre las hierbas una oruga blanca con círculos amarillos y verdes, sorprendida por aquel hallazgo corrí a casa de mi abuelo y le describí lo bonito que era aquel bicho para ser un gusano. Mi abuelo recogía mi entusiasmo, de igual modo que me refugiaba en sus rodillas y le traía todos los colores que veía como una cosecha; recolectaba flores del campo, las ponía en sus manos y le decía: abuelo, estas flores son rojas, son amapolas, mira que suaves son sus pétalos…

Cuéntame el cuento de Juan sin miedo, anda abuelo…cuéntamelo, y por enésima vez al escucharle me imaginaba como una niña valiente que mataba los temores con su ingenio.

Aquella tarde al contarme el cuento de la cenicienta, cerré los ojos para sentir como él; para oír desde la oscuridad su tono de voz, que no tenía espacios, sólo palabras que me llenaban de formas e imágenes, tal vez, la voz me pareció triste, como si toda su existencia comenzara desde allí. Pero, fue al inclinar mi cabeza sobre su pecho, cuando descubrí que al compás de la voz sonaban los latidos de su corazón. Y desde entonces aprendí a escuchar.

21 comentarios:

Encarni dijo...

Este relato lo publiqué hace tiempo, y fue uno de los que recorté en aquella crisis bloguera. He rescatado una foto de mi abuelo cuando era joven y todavía tenía unos ojos azules que podían mirar y ver, y he pensado traerlo de nuevo aquí con esta entrada.
No guardé los comentarios que escribieron mis seguidores por eso pido disculpas.
Saludos.

MAMÉ VALDÉS dijo...

Emotivo relato homenaje a tu abuelo, que más te puedo decir ha sido un placer leerlo...

Un gran saludo. (Fuiste la luz en la oscuridad que rodeaba a tu abuelo).

mariajesusparadela dijo...

Ese final es magnífico, Encarni.
Y la mirada del abuelo de una viveza especial.

Raticulina dijo...

Esas enseñanzas y esos recuerdos son un tesoro.

Montserrat Sala dijo...

Un abuelo guapismo, y unos recuerdos que son un regalo vivo de amor filial.
Te dejo un abrazo grande

Ana dijo...

Preciosa descripción de tu abuelo, y buena enseñanza esa la de saber escuchar, algo tan necesario en este mundo egoista donde impera el "yo", si escucharamos más nos daríamos cuenta de los problemas de la gente y creceríamos como personas. Tú abuelo era sin duda tan buena gente como tú.

Un abrazo

Mariluz GH dijo...

Qué ternura...

dos abrazos agradecidos

Eastriver dijo...

Encarni, que m'has dejao sin palabras!

Mira, por un lado, qué historia preciosa, y qué bien contada. Lo de llevarle colores me parece una metáfora impresionante, pero lo mejor es que seguramente tu abuelo lo vivía así (es real el cuento, por lo que interpreto de tu primer comentario).

Por otro lado he agrandado la foto de tu abuelo, y cómo le brillan los ojos. Por un lado, es cierto que era guapo. Pero también parece un hombre muy sensible y listo, con la listeza de la vida, de quien sabre sobrevivir. Seguramente tuvo una vida dura, ingrata, y es por eso que esta historia es triste (bueno, es que yo no conocí a uno de mis abuelos y siempre he pensado que qué pena que se muriera sin saber que yo existía, o mejor, sin saber que yo iba a existir... vaya, que las historias de abuelos me parecen tristes, jajaja).

Pero hay más. Al agrandar la foto me ha parecido verte a ti, con esas fotos que pones y cambias a veces del perfil. No sé si te pareces a él. Pero a veces, como somos una mezcla de padres, madres, abuelos, tíos, bisabuelos etc (hasta siete generaciones para atrás puede ir nuestro parecido) unos ojos, una frente, nos recuerdan a alguien. Y mirándole la frente, la mirada, me ha parecido ver tu foto.

José Vte. dijo...

Me encanta Encarni, por momentos me ha recordado a aquel que escribí yo, aunque éste es bien real y se nota. Los abuelos marcan mucho a los niños, así debe de ser, siempre.

Un abrazo

emejota dijo...

Encarni, Eastriver ha "hablado" por mi. Te iba a decir exactamente lo mismo. Es un hombre bello, sus ojos relucen y seguirían haciendolo aunque no vieran. Definitivamente forma parte de tu patrimonio. Beso.

Anónimo dijo...

Ni te imaginas cómo me identifico con este texto, ni te imaginas...
Yo también tuve un abuelo tan sabio y entrañable como el tuyo, al que le dediqué uno de mis libros.
Precioso y bien narrado.
Un abrazo.

jubilada dijo...

Emocionante relato Encarni.
Detrás de cada un@ de nosotr@s están los genes y el cariño de muchos de nuestros antepasados. Hermoso homenaje a un abuelo muy especial
Un texto muy bien relatado
Abrazos

yraya dijo...

Que bonito post Encarni, se me ha puesto la piel erizada y mi sensibidad al 10.
Precioso relato y muy guapo tu abuelo.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Encarni, muy tierna esta entrada real...un pasaje de tu vida inolvidable.Unos ojos claros y limpios los de tu abuelo, que aún en la oscuridad tú le dabas luz...
"La naturaleza le ha dado al hombre una sola lengua y dos oídos, para que pueda escuchar el doble de lo que habla"....totalmente de acuerdo, un principio de la buena comunicación.
Un beso.

Utopazzo dijo...

Bonita entrada, bonitos recuerdos... ay! Los recuerdos... es gratificante el recuerdo, cuando con ello se está como decía Rabal en "Pajarico": "que bien se está, cuando se está bien..." pues eso, también nos alimenta el espíritu... no te quepa duda que es así.
Me he tomado la licencia de (como ha hecho la mayoría)de "estudiar" la foto de tu abuelo, y he de decirte sin cortarme un pelo, que te pareces bastante a él: los ojos, las cejas... la separación entre boca y nariz... y por descontados (no lo dudes!) que en tus genes llevarás sin duda, esa mirada de la sabiduría de un hombre que por vivir en la época que le tocó, por vivir con el mal que le tocó, alcanzó y, pese a no encontrar la luz desde el momento en que se apagó para él, vería con más claridad que muchísima gente que creería tener los ojos abiertos... sin temor a equivocarme, creo que en parte, también tu iluminabas su interior...

Un abrazo!

latrís dijo...

Me suena habértela leído, porque me suena la sensación que me provocó entonces.
Me encanta!!!
Un besote Encarni

nocheinfinita dijo...

Un relato entrañable.
No se encuentran hoy muchas personas que sepan escuchar.

Besos

Isabel Martínez Barquero dijo...

Es precioso, querida Encarni.
Un recuerdo hilvanado con el corazón, pero escrito con la mente, pues se nota el rigor en tus palabras. Un tono narrativo que me ha hechizado. Muy bueno.

También me pasa como a Ramon. Veo la foto de tu abuelo y te veo a ti. Algo tienes de él.

Un besazo, preciosa.

Esilleviana dijo...

Siempre es muy ameno y ensoñador leerte, te lo aseguro. Haces muy tierno todos tus recuerdos y tus sensaciones.

Enhorabuena :)

un abrazo

Ana dijo...

Yo también te veo en tu abuelo, además te enseñó bien, a escuchar y a mirar nada menos, algo fundamental para que con el tiempo tú escogieras las palabras adecuadas, para aquello que escuchas y para aquello que miras.

Un beso.

Unknown dijo...

Que historia más linda y tierna :-)