jueves, 19 de agosto de 2010

El osito de peluche




Esa mañana peinó las últimas canas de su cabellera y su despejada frente. Al lavarse la cara como cada día acariciaba la cicatriz del parpado derecho, después se afeitó y notó la fina cuchilla cortar su rostro, la sangre comenzó a brotar manchando el lavabo. Con papel higiénico taponó la herida y buscó en su neceser una tirita. Abrió el grifo y el agua se tragó la sangre.

En ese instante pensó en cada una de las heridas y en todas las cicatrices que no podían verse y a las que no podía poner ni tan siquiera una tirita.

En la cocina preparó dos tostadas y un café cargado con un poquito de leche. Era temprano. Con el primer sorbo de café paladeó momentos de su infancia. Cerró los ojos y se vio a si mismo siendo un niño jugando con sus hermanos a los pistoleros con aquellas manos apuntando como si se tratara de verdaderas pistolas. Sonrió al recordar la manera de tirarse al suelo cuando moría con alguna de aquellas balas imaginarias. Al cerrar los ojos todo podía ocurrir. Mordió la primera tostada y en un suspiro la acabó igual que se consumía ahora su infancia y su juventud. Aunque todavía le quedaba el sabor a pan tostado y mantequilla.

Con su camisón de invierno la madre entró en la cocina para despejarse con su café matutino. Se sentó frente a él. Tras un breve silencio le preguntó que deseaba para su cumpleaños. Pensó que su madre no lo recordaría y acabando su segunda tostada le contestó.

-De niño siempre quise tener un osito de peluche –tragó saliva para engullir el pan. Entonces recordó a su padre y comenzaron a picarle todas las heridas y cicatrices, pero sólo se acarició su párpado derecho porque le picaba como el primer día.


4 comentarios:

emejota dijo...

Algo me recuerda esta entrada.... a otra anterior, así tan solo en esencia. Un abrazo.

mariajesusparadela dijo...

Terrible recuerdo. Pero todo se matiza, con el tiempo.

Encarni dijo...

En efecto emejota, tienes buena memoria. Esto último lo descubrí hace poco.
Un abrazo

Encarni dijo...

Maria Jesus, es cierto que todo se matiza con el tiempo, igual que las fotos van perdiendo el color con el tiempo, las emociones se van matizando. Pero cuando se cuentan ya han pasado, eso es lo importante.

Un saludo.