lunes, 14 de noviembre de 2011

Tiempo de sal

Foto: Encarni Fernández


Para Samuel, el puerto siempre representaba un punto de partida o de llegada, pero ahora, al mirar los barcos atados y mecidos por las olas, reconocía la estación de espera junto al muelle, donde los barcos más deteriorados dormían eternamente amarrados a sus bitas. Miró por última vez al ‘Viento Sur’; ese barco que zarpaba cada seis meses, y de pronto, se vio más joven y más fuerte, con todas las ganas de descubrir el mundo y meterlo en su petate. Sus recuerdos flotaban como el corcho sobre el agua, en el mar oscilante de su memoria, y vio también en el mismo muelle, a Elisa, la novia joven y hermosa que le despedía entre lágrimas y besos, y en silencio esperaba su vuelta.

Samuel miró al horizonte mientras el salitre llenaba sus pulmones, y pensó en sus canas, y en la distancia sin retorno; casi tan extensa y remota como el espacio marítimo. En ese momento le embargó cierta alegría al recordar aquella tarde cuando sus hijos pequeños, ambos de la mano de Elisa le esperaban en el puerto a que desembarcara de ese largo viaje y le pareció oír sus voces saltarinas por el puerto gritando: papá, papá, y echaban a correr a sus brazos. Pensó que había mucho mar en sus recuerdos y todos ellos bañados por las diferentes orillas de su vida.

13 comentarios:

Ana dijo...

Sí señora, me ha gustado cuando lo has leído en el taller y ahora me gusta más todavía, esos recuerdos de un hombre de mar que tiene que dejar la faena por su edad.

besicos salados esta vez.

latrís dijo...

Siempre me han parecido melancólicos estos relatos, pero cargados de sentimientos tiernos.
Muy bueno, Encarni

Montserrat Sala dijo...

Este es un ejercicio que dice mas de tí que de Samuel. Me ha gustado mucho. Y estoy segura que vas poner el liston muy alto entre tus compañeros de clase. A que sí! Pues yo también te deseo, que tus relatos pequeños, te lleven alto muy alto.
Te dejo muchos besos.

Mercedes Pinto dijo...

Qué dura la vida del marinero, siempre lejos de tierra firme, de toda posibilidad de una vida estable.
Un relato con mucho sentimiento y contenido.
Besos.

mariajesusparadela dijo...

Presente , el pasado que respira.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Evocador, nostálgico y muy entrañable.
Me ha gustado, Encarni.
Un abrazo fuerte.

emejota dijo...

Encarni ya se que estas en el taller y aprenderás mucho, pero te diré que siempre has dispuesto de un estilo muy bello y personal de expresar las emociones. Beso.

Anónimo dijo...

Emocionante, parecía que yo estaba allí mismo, observándolo entre olas. Qué bonito escribes Encarni, besos.

Felicitat

nocheinfinita dijo...

También hay mar en mis recuerdos, pero tu los describes tan tierno...

Un abrazo

jubilada dijo...

Siempre me gustó el mar
Un relato evocador y emotivo
Abrazos

Utopazzo dijo...

Lo mejor de todo, es el final... esos niños saltando y queriendo abrazar al marinero...
No hay nada, como recibir abrazos tras un viaje sobre el misterioso mar: el mar, siempre te devuelve más grande, más sabio, más humano...

Un abrazo.

Esilleviana dijo...

al terminar de leerte también pensé en la dura vida de las mariscadoras gallegas, aunque ellas tienen cerca a su familia y Samuel solo echaba de menos a Elisa y sus hijos cuando estaba rodeado de mar.

Es precioso Encarni.

un abrazo

ZenyZero dijo...

Qué bonito, es precioso. He descubierto este sitio de letras fenomenal. Me pasaré por aquí de vez en cuando..., a esta orilla, a respirar.

Un abrazo
Chuff!!

Notita...:
(Los barcos no se atan..., se amarran)