martes, 28 de febrero de 2012

Dinopétrea





Esta mañana he visitado una exposición de Dinosaurios que estará abierto hasta el 8 de Abril.
Y en este video están las fotos que he sacado de la exposición, para ir haciendo boca. El precio único para verla es de 6 euros. La verdad es que merece la pena, al principio proyectan una película documental y después hay que seguir el circuito que finaliza con una pequeña tienda de Souvenirs.




jueves, 23 de febrero de 2012

Este jueves relato. Me ocurrió algo extraordinario

Todavía no he podido dar las gracias a los jueveros y jueveras por la buena acogida que tuvieron conmigo, por eso, ahora que estoy a tiempo, desde aquí quiero daros las gracias por vuestra compañía y vuestra amistad.

Esta semana he andado algo dispersa, tanto es así que pensé que debía escribir algo sobre la casa de mi agüela, y ya que casi lo tenía teminado me di cuenta que el tema era otro bien diferente y he tenido que improvisar, recordé una historia que me sucedió hace ya muchos años.


1.

-Éste es el dormitorio principal. Aquí el cuarto de baño. Éste es el salón comedor. - Nos iba diciendo Javier, el chico de la inmobiliaria, mientras abría las puertas de las diferentes habitaciones.

- Huele a humo .- dije

-Yo no huelo a humo- comentó Javier - Como lleva muchos meses cerrada, el olor que se percibe sea por falta de ventilación.

-Yo tampoco huelo a humo- dijo mi marido.

-¿De verdad que no lo percibís?

El olor seguía allí, en el salón, el único lugar de la casa que despedía ese tufillo, pero no quise insistir y continuamos el recorrido de todas las habitaciones.

2.

El primer día que dormimos en casa después de la mudanza, el cansancio me venció de tal forma que al despertar el día, yo continuaba en la cama, y soñé que me veía a mí misma dormida, luego, miré alrededor del cuarto y vi una sombra oscura agazapada en la pared cerca de la puerta que me miraba como dormía. Y llegó el olor penetrante del humo que invadió el dormitorio. Aquella parte de mí que estaba fuera, y podía ver y verme, rogaba a la sombra oculta que por favor no me hiciera daño, lo repetí muchas veces hasta que la mujer que estaba dormida, que era mi otra parte sintió el miedo entre los sueños y se agitó. No sé si oyó mis súplicas pero la sombra que traía el olor a humo se marchó por el pasillo y fue cuando me desperté.

3.

A la semana siguiente, mi vecina del rellano llamó a mi puerta y me ofreció un buen plato de cerezas que acepté con alegría.

- Las cerezas son de mi cuñado que ayer estuvimos ayudándole y nos trajimos una buena caja. -me espetó al darme el plato.

-Ummm, las cerezas me encantan podría comerme kilos y kilos.

-¿Qué tal te va?- preguntó

- Pues me va muy bien, todavía tengo cosillas que poner en orden, pero en general ...

- Sí, la casa hubo que reformarla - me interrumpió- la gente que te la vendió no les quedó más remedio que hacerle algunas mejoras y pintarla. Aquí vivió un hombre que no estaba muy bien de la cabeza, sabes, tiraba la basura por la ventana, o la echaba por el wáter. Por las noches podíamos oírlo con un martillo levantar los azulejos del baño, las losas del suelo, picaba las paredes... En fin, estaba loco. El hombre para quitarse el frío hacía fuego con alguna silla que rompía y se calentaba como si estuviese en el campo. Como no lo vimos, ni lo oímos en unos días, llamamos a la policía y forzaron la puerta. Al abrir, lo encontraron con las ropas quemadas y se quejaba con un hilito de voz.

jueves, 16 de febrero de 2012

Este jueves un relato. El tejedor de sueños


La ciudad azul se quedó sin sueños. Los habitantes dejaron de abrir las ventanas para que no entraran las múltiples pesadillas que circulaban por las calles.

Años atrás todos los sueños tenían precio; contrataban a los mejores maquilladores, a los mejores reporteros y confeccionaban un catálogo para la ocasión, con ellos los traficantes de sueños visitaban los lugares más recónditos y conseguían venderlos con la promesa del futuro. En la ciudad, el poder lo sustentaba aquellos ciudadanos que poseían la mayor cantidad de sueños y sobre todo los más caros. El precio de los sueños era la moneda de cambio, cuanto más sueños se tuvieran en posesión más prestigio adornaba a la persona que podía comprarlos.

Un día de otoño la fábrica de sueños cerró y las pesadillas fueron brotando poco a poco hasta convertirse en una epidemia; vagaban por las calles, sin residencia, robaban comida y dormían a la intemperie.

Las personas se fueron quedando sin sueños de compraventa y ya nadie soñaba despierto, en el catálogo se apilaban los stock, y los traficantes de sueños decidieron irse de viaje, pero antes, repartieron una gran cantidad de somníferos entre los habitantes, pensaron que al menos, les ayudaría a dormir aunque carecieran de sueños o mitigarían las pesadillas que se arrastraban por las calles. Desde ese día la ciudad se levantaba entre los espejismos y la somnolencia, entre las legañas y la desidia.

Una mañana los sueños dormidos aparecieron en la casa del tejedor y como hilos de colores fueron tejiendo otro tipo de sueños en los cuales aparecían imágenes que él mismo creaba. Pensó que ese tipo de sueños ya los había visto antes en su infancia, sueños que no se podían tocar porque no eran materiales, estos sueños los acompañaban las emociones y casi siempre la incertidumbre. Las imágenes transitaban libres y conjugaban todo tipo de historias inconexas pero que, al despertar sobre la almohada parecían tener sentido. Y el tejedor de sueños comenzó a contar a sus vecinos y vecinas los sueños que había atesorado mientras dormía, pero cada día los aliñaba con imaginación y creaba cuentos fantásticos por lo que la ilusión se apoderó de los habitantes y se atrevieron a soñar esos nuevos sueños que les hacían vivir con magia.

Algunos sueños deseaban ir más allá de ese mundo onírico que los hacía fantásticos y comenzaron a amotinarse para salir al exterior y hacerse visibles. Algunos sueños testarudos convencieron al deseo y salieron al mundo como recién nacidos a los que había que cuidar y verlos crecer.

Desde entonces la ciudad cambió de color, dejó de ser azul, pues los habitantes; hombres y mujeres la pintaron del mismo color que sus sueños, ya que cada uno se convirtió en portador de los propios sueños y de los que lograban hacerse realidad.


Más sueños en casa de Pepe

miércoles, 8 de febrero de 2012

Este jueves relato. El arte de observar


Foto cedida por "Elsilencio" en Devianart"

La Paciencia no quiso sentarse en la silla del fondo, como un objeto inservible quedó vacía; sujeta a la indiferencia del Orden de esa fila que esperaba ante una escalera ascendente de veinte peldaños. La Paciencia se mezcló con la gente entre el silencio y la espera. Cada persona ocupaba un lugar de llegada frente al obstáculo de subir. La Prudencia dejó el amplio espacio de los peldaños para salvaguardar la intimidad de la persona que asomada a la ventana se llenaba de luz y proyectaba su sombra como un espejo en la otra pared. Además el Respeto aguardaba su turno junto a la Paciencia y el Orden. Las palabras mientras tanto permanecían calladas, arrebujadas en su Orden establecido y caminaban por ese túnel oscuro con el miedo a cruzarlo hasta llegar a la puerta por la que descendía la luz e iluminaba la promesa de alcanzar la meta y asomarse. Una vez arriba no había vuelta atrás, las palabras dentro de las personas, sin empujarse unas a otras como en algunas ocasiones , se desplazaban poco a poco hasta llegar al final del Silencio.


Para tener más observaciones en Matices

jueves, 2 de febrero de 2012

Este Jueves un relato: 'Persona que es curiosa tiene un refrán para cada cosa'


Cuando me mudé a este edificio, el primer día me crucé con uno de mis vecinos que no paraba de hablar de él mismo con respecto a la comunidad; todavía siendo para mí un desconocido pensé que su actitud era la de un pavo real en un gallinero. Desde entonces sigo pensando lo mismo, a veces se hincha tanto que no necesita levadura para montarnos un pan en mitad de la escalera, o abre su cola como un abanico y nos manda a tomar el fresco, o levanta la voz como un gallo de pelea. Con el tiempo lo he visto envejecer, pero no camina con el rabo entre las piernas, no, se eleva como un pájaro por encima de nuestras cabezas y hace que nos sintamos como hormigas ante su sabiduría y experiencia. En esos momentos recordaba aquello de 'dime de qué presumes y te diré de lo que careces' . Una persona que tiene un ego tan grande, tanto o más que el edificio, debe estar privado de esas cosas pequeñitas que contienen una migajas de felicidad o la esencia de la vida, alguien que respira vanidad por todos los poros, debe tener un desierto en mitad de su alma. Y con los años, se han acentuado los gruñidos; no sé si mis vecinos le tienen miedo o respeto, porque yo le aplico aquel refrán que dice 'perro ladrador poco mordedor'. Y desde que ha enviudado el pobre me parece que aúlla por la noches y amanece lastimero en los rellanos comunitarios. Para consolarse acude a misa de las doce y los domingos enciende una vela por su difunta esposa. Pero a Dios rogando y con el mazo dando nos golpea en la cabeza con la Ley de Propiedad Horizontal y, nos hace una ensalada de artículos que nos deja sin comer y si nos apura mucho nos quita hasta el hipo. En estos casos, recurrimos a la memoria colectiva, tiramos de los recuerdos de cuando fue presidente vitalicio año tras año y pensaba que la comunidad era un cortijo de paletos o una manada de ovejas . Ahora que le sacamos brillo al código civil y a las nuevas reformas legislativas nos dice : justicia quiero yo pero por mi casa no. A las últimas reuniones de junta no ha acudido, autoriza a su hija y esta nos ladra por la boca de su padre, claro, de tal palo tal astilla.




Más refranes y cultura popular en casa de Verónica