"Doctor, mi hermano está loco, cree que es una gallina.
Y el doctor responde: ¿Pues por qué no lo mete en un manicomio? Y el tipo le dice: Lo haría, pero necesito los huevos". Woody Allen.
Durante el día mi hermano Javier estuvo de malhumorado, ya por la tarde, cuando todos estábamos enfrente de la tele y comenzaron los anuncios fue que dijo:
-Mi amigo Luis ha dicho que los Reyes Magos no existen. Que son los papás y si son los papás nunca tendremos estos juguetes que salen en la tele.
-Sí. Es un rollo.- dijo mi hermano Juan –Nos regalan siempre ropa.
Yo en plena pubertad, me resistía a abandonar esa niñez que el tiempo trataba de arrebatarme y hacerme mayor a toda costa, por eso, me aferraba a mis hermanos más pequeños para quedarme un ratito más allí, en ese lugar indefinible de la infancia. Escuchándoles recordé cuando descubrí la verdad sobre los Reyes Magos que, me rozó de puntillas aquella noche al oír un ruido y me levanté para ver si de verdad eran ellos que habían llegado. Como una sombra en la oscuridad aceché en la habitación iluminada y vi a mi padre subido a una silla alcanzando algunos juguetes guardados en lo alto del armario y se los iba dando a mi madre. Para no ser vista y guardar el secreto de mis padres volví a mi cama un poco más adulta que antes. Aquel descubrimiento llegaba ahora también a la vida de mi hermano; para él llegó la caída de los castillos de arena. Y me negué a perder la ilusión o que la perdieramos. Así que dije:
-Tengo una idea. Vamos a jugar a un juego. Como hay muchos anuncios, el próximo que salga será para Javier.
-Y después… yo.- dijo mi hermano José.
Dispuse el orden a seguir y esperamos con ilusión el próximo anuncio. La televisión nos mostró el anuncio de Scalextric, y mi hermano muy contento gritaba: ¡los coches son míos, son míos!!!
Ante aquella respuesta, mi hermano José esperaba el siguiente anuncio con la misma ilusión. ¡Un Madelman! ¡Bien!! Ahora una muñeca de Famosa. Ahora el Tragabolas para Juan.
Estuvimos así unos cuantos minutos. El próximo anuncio es para mí, gritaba mi hermana de cuatro años, que ya se había incorporado al juego. Todos esperábamos con impaciencia el primer anuncio que le tocaba a Eleni. Esta vez en vez de salir un juguete, vimos el anuncio de Scotex, y todos nos reímos.
-Yo no quiero ese anuncio. – musitó mi hermana. Es un anuncio muy feo.
-Pues ese es el que te ha tocado y te tienes que aguantar- sentenció Javier.
Y la niña enfadada se puso a llorar. Como mis hermanos no dejaban de reírse, me acerqué a ella y dije en voz alta:
-En este anuncio, ella se queda con el perrito, no con el papel, ¿te quedas con el perrito, verdad?
Y mi hermanita esbozó una sonrisa como respuesta.
-Sí, el perrito para mí.
-Eso no vale –dijo mi hermano José- el anuncio es de papel higiénico.
-¿Y qué más da?
-Pues, que el perrito lo quiero yo.
- No. Es mío.- El perrito es mío- se defendió la pequeñaja ante su hermano mayor.
-Venga José, que el próximo es el tuyo- le ordené.
Así estuvimos toda la tarde, esperando los anuncios que se colaban entre la película que se hacía interminable, pero que no nos importó. Ya contentos apareció mi madre en el salón al oír nuestras risas.
-Mamá, mamá, todos tenemos un montón de juguetes cada uno!!!! - gritamos todos a la vez.
Y conseguimos soñar como sólo los niños pueden hacer.
14 comentarios:
Creo que todos hemos jugado a los anuncios cuando se acercaban los Reyes, que la ilusión no se termine aunque ya seamos mayores... sigamos siendo niños solo por unos días... un saludo.
(Me pido el siguiente anuncio...).
Republicana soy hasta la médula. Incluso renuncio a los magos...Seres humanos solidarios es lo que tendríamos que ser todos. Y compartir, sin más, por la alegría de compartir.
Entrañable, Encarni, como todo lo que nos remite a ese territorio de la infancia. De hecho esa es una de las cosas que más me gustan del relato: referirse a la infancia como algo que el tiempo quería arrebatarte, como si fuera una posesión o un territorio.
Por l odemás, sí, mis grandes recuerdos y mis grandes miedos de la niñez son aproximadamente los mismos. Un beso.
Descubrí el secreto de una manera casi calcada a la tuya, Encarni, solo que no era mi padre el que se encaramaba a lo alto del armario para bajar los regalos, sino que era mi madre la que de puntillas sobre una silla los escondía. Reaccioné de la misma manera que tú.
!Que buena idea habéis tenido con lo de los anuncios!
Un abrazo.
Un relato entrañable. Yo no recuerdo cuando dejé de creer en los reyes magos, lo que si recuerdo es que durante mucho tiempo me hice la "tonta" y seguía escribiendo la carta aunque sabía que no era verdad.
Bicos
A mi me descubrió el secreto un niño de la escuela. Nunca le perdoné. Es verdad que Baltasar, que siempre ha sido "el mío" tenía manías extrañas y me solía traer calcetines y pijamas que no había pedido, pero jo, me dio una rabia...
Un beso, Encarni
Creo que es un recuerdo compartido el pasar las tardes ociosas viendo pasar anuncios y "quedárnoslo", era una buena manera de poseer algo aunque no lo tuviéramos.
Solo se es niño una vez. Buen relato, muy entrañable.
Un abrazo
A ese juego frente a la televisión jugamos muchas tardes mis hermanos y yo, instantes de felicidad.
Un abrazo.
Creo que ahora muchos niños no se conforman sólo con los sueños...
Un abrazo
Tierno recuerdo de la infancia. Es agradable recordar similitudes... lo peor para mí, fue cuando mis padres (por motivos obvios o económicos que viene a ser lo mismo) me dijeron. "Este años, ya no hay Reyes para ti... eres muy grande..." ¿Cuándo determinan los padres que alguien es demasiado grande para regalos...?
Tod esto de los Reyes, estaba muy bien de pequeño, pero ahora, estoy con Mariajesús en todo lo que dice; aunque matizo que desde la educación, se podría cambiar el rol a esta sociedad y no perder la ilusión, ni siquiera de mayores. Yo dejaré que Pablo vaya descubriendo por sí solo; mientras tanto quiero que mantenga la ilusión, durante todos los días del año, de los años y que siempre le acompañe (como decía Saramago) el niño que fue, el niño que aún es.
Un abrazo.
De ilusiones también se vive, y esa ilusión de recibir regalos no muere ni aun cuando descubrimos que no son los Reyes Magos quienes nos los hacen.
Una buena manera de pasar una tarde, aunque a los niños les cuesta compartir y aceptar lo que les toca aún de forma figurada. Este entretenimiento me ha recordado a una escena de la película Barrio pero con tintes menos dramáticos.
http://www.youtube.com/watch?v=SxMyZXYPc6k&feature=related
En cuanto a los Reyes Magos yo siempre procuro priorizar el apelativo "magos" ya que algo de magia tendrán que hacer esta navidad en muchas casas...
La ilusión infantil es muy hermosa y tú la has recogido aquí con una delicadeza exquisita.
Delicioso texto, Encarni.
Un abrazo.
Yo me vestía de Baltasar para los hijos de amigos y mis propias sobrinas ¡¡me lo pasaba en grande disimulando la voz!! lo peor era ir sin gafas jajaja
nos has contado una escena repetida en muchos hogares; no habría muchos regalos pero afortunadamente hemos tenido una infancia más feliz que millones de niños
un abrazo grande, me voy con la sonrisa puesta :)
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