jueves, 24 de septiembre de 2009

Habitaciones separadas





Una tarde de invierno me senté en aquel auditorio para escuchar a Luis García Montero, pero antes de oírlo recitar, comenzó hablándonos de poética, de todo lo que rodea al poema y al poeta. Si el otoño y el invierno son las estaciones de la meditación, de encontrar los lugares en los que mirar desde dentro, esos lugares que nos hacen mirar una ventana y notar la distancia del cristal que nos separa del interior, también son las estaciones de agarrarse a un folio en blanco y apilar las palabras, y captar una imagen de los sentimientos en un poema. Y nos habló de sus Habitaciones separadas, un libro de poemas concebido a partir de una crisis personal que surgió de la dicotomía entre él y sus sueños, y lo que suponía perderlos al albor de la realidad. Ante esto decide acomodar ambas vivencias en habitaciones separadas, una enfrente de la otra, en constante vigilancia.

“…De todo se hace cargo, de nada se convence.

Sus huellas tienen hoy la quemadura

de los sueños vacíos.

No quiere renunciar. Para seguir camino

acepta que la vida se refugie

en una habitación que no es la suya.

La luz se queda siempre detrás de una ventana.

Al otro lado de la puerta

suele escuchar los pasos de la noche.

Sabe que le resulta necesario

aprender a vivir en otra edad,

en otro amor,

en otro tiempo.

Tiempo de habitaciones separadas.”

(Luis García Montero)


Después del poema, pienso en todas las habitaciones que tenemos, separadas entre sí, al igual que un archivador;¿ quién no cuenta con un cuarto dónde soñar?, ¿y una habitación dónde se guardan los momentos felices?, ¿quién no tiene un cuartucho en el cuál amontonar los problemas y las dificultades?, ¿y quién no tiene una habitación cerrada en la que no se permite hurgar ? A veces resulta arduo vivir entre todas las habitaciones, y más difícil aún si entre ellas medían los pasillos, largos cuando deberían ser cortos o viceversa, o cuando dilatamos el tiempo en el pasillo sin saber en qué habitación entrar, o cuando sin avisar el destino nos reserva habitación y contrariados miramos por todas las ventanas y percibimos el frío del cristal. Pero creo que todos estos pensamientos me hacen reconocer que el otoño y el invierno son también salas que cada año abren sus puertas para dejarnos las hojas y los recuerdos .




****

No hay comentarios: