Recuerdo aquella tarde que jugábamos en el patio y el padre de mi amiga trajo un cachorrito en la palma de su mano, enseguida, los hermanos de ella y nosotras dos saltábamos de alegría. ¿Qué nombre le vais a poner? - Preguntó el papá. Mi amiga al ver el color y viendo que era hembra, dijo: le vamos a llamar Canela. Y se oyó un largo sí por el patio que salió hasta la calle. Desde aquel día visitaba con más frecuencia la casa de mi amiga; me encantaba ver a la mamá prepararle esos biberones pequeños de muñeca con leche templadita. Me quedaba con la boca abierta observando su ritual. Esa mañana, me sentó en la silla y me puso el animalillo tembloroso en mis faldas, luego, me dio el biberón y me explicó como introducirle la tetilla en la boca. Mi amiga me sonreía con esa amplia sonrisa que siempre tuvo en su cara. Confieso que sentí a Canela un poco mía. Tanto es así que cuando aprendió a beber, yo misma traía leche de mi casa y se la vertía en su plato. Me fascinaba verla comer.
Ella fue nuestro juguete hasta que el papá de mi amiga comenzó su entrenamiento para que fuera una perra de cacería. En esa labor, aquel hombre dejaba secar pieles de conejo para rellenarlas de paja que luego cosía y con ello darle el aspecto de conejos vivos. En principio se los dejaba olfatear, y la perra algo torpe mordía la piel con fiereza. Más tarde, los lanzaba y Canela corría hasta el objeto y lo traía entre los dientes. Después de algún tiempo, nos hizo participes de su preparación. Cada uno de nosotros pensaba que sería la mejor perra ‘Pachón’ entre todos los perros cazadores.
Y llegó el día en el que el papá de mi amiga cogió su escopeta y se la llevó al monte a cazar. Todos los niños y niñas que habíamos contribuido a su adiestramiento esperamos inquietos en la calle la llegada de nuestra amiga Canela junto al cazador rodeado de conejos por la cintura. Pasaron muchas horas jugando al ‘pilla-pilla’ hasta que a lo lejos la vimos como una mancha marrón que corría hacía nosotros lamiéndonos la cara. El hombre vino de muy mal humor porque no había cazado nada. Todos vimos como al llegar le pegó varias patadas en la barriga mientras exclamaba furioso que era una maldita cobarde e inútil y oímos los aullidos de la perra acurrucada en un rincón, con el rabo entre las piernas. Nos acercamos a ella para darle consuelo a través de nuestras manos.
El segundo día de cacería, el hermano de mi amiga acompañó a su padre junto a Canela. Mi amiga se enfadó porque ella también quería ir, pero su padre dijo que aquello era cosa de hombres. Al igual que en el día anterior, nos entretuvimos en la calzada esperando a nuestra compañera de juegos. La noche despuntaba en el horizonte, y por fin, los vimos llegar, solos. Toda la gente menuda que impacientes esperábamos la llegada de ellos, preguntamos a coro: ¿dónde está Canela? Y el hombre sin mirarnos dijo:
- Está muerta. - Y sin decir nada más, caminó presuroso hasta su casa.
El hermano de mi amiga se detuvo junto a nosotras que llorábamos desconsoladas, y con los puños cerrados, lleno de rabia nos contó la verdad. Desde aquel día supe que el padre de mi amiga no tenía corazón. Entonces, los miré y los abracé muy fuerte.
Más corazones en casa de Mª José
Ella fue nuestro juguete hasta que el papá de mi amiga comenzó su entrenamiento para que fuera una perra de cacería. En esa labor, aquel hombre dejaba secar pieles de conejo para rellenarlas de paja que luego cosía y con ello darle el aspecto de conejos vivos. En principio se los dejaba olfatear, y la perra algo torpe mordía la piel con fiereza. Más tarde, los lanzaba y Canela corría hasta el objeto y lo traía entre los dientes. Después de algún tiempo, nos hizo participes de su preparación. Cada uno de nosotros pensaba que sería la mejor perra ‘Pachón’ entre todos los perros cazadores.
Y llegó el día en el que el papá de mi amiga cogió su escopeta y se la llevó al monte a cazar. Todos los niños y niñas que habíamos contribuido a su adiestramiento esperamos inquietos en la calle la llegada de nuestra amiga Canela junto al cazador rodeado de conejos por la cintura. Pasaron muchas horas jugando al ‘pilla-pilla’ hasta que a lo lejos la vimos como una mancha marrón que corría hacía nosotros lamiéndonos la cara. El hombre vino de muy mal humor porque no había cazado nada. Todos vimos como al llegar le pegó varias patadas en la barriga mientras exclamaba furioso que era una maldita cobarde e inútil y oímos los aullidos de la perra acurrucada en un rincón, con el rabo entre las piernas. Nos acercamos a ella para darle consuelo a través de nuestras manos.
El segundo día de cacería, el hermano de mi amiga acompañó a su padre junto a Canela. Mi amiga se enfadó porque ella también quería ir, pero su padre dijo que aquello era cosa de hombres. Al igual que en el día anterior, nos entretuvimos en la calzada esperando a nuestra compañera de juegos. La noche despuntaba en el horizonte, y por fin, los vimos llegar, solos. Toda la gente menuda que impacientes esperábamos la llegada de ellos, preguntamos a coro: ¿dónde está Canela? Y el hombre sin mirarnos dijo:
- Está muerta. - Y sin decir nada más, caminó presuroso hasta su casa.
El hermano de mi amiga se detuvo junto a nosotras que llorábamos desconsoladas, y con los puños cerrados, lleno de rabia nos contó la verdad. Desde aquel día supe que el padre de mi amiga no tenía corazón. Entonces, los miré y los abracé muy fuerte.
Más corazones en casa de Mª José
30 comentarios:
Hola, no sabía de tu "juevidad"!!!! Vengo a dejarte mi saludo.
Pues por eso yo no tengo animales, cada perro que hemos tenido en la familia ha sido un verdadero duelo para mí. Hasta la muerte de un pececito me resulta insoportable, imagina.
Un abrazo.
Qué terrible historia!...sí, los seres humanos solemos hacer de los animales lo que se nos antoja. Pretendemos que sean dóciles, obedientes, cariñosos, decididos, impetuosos, crueles, eficientes, todo junto y según nosotros determinemos conveniente! Deberíamos ser nosotros los "entrenados" en sensibilidad y "sentido común"
Un abrazo juevero.
Pues tu relato no se aleja de muchas realidades, a pesar de que sea una animalada que suelen hacer algunos humanos.
Un abrazo
Tiene esa cosa del horror silencioso frente a la belleza (de los animales, de la naturaleza); un contraste del espanto. Yo, si me permites una humilde opinión, en lugar de las explicaciones: Está muerta, Un cazador..." lo dejaría sólo en "Está muerta", sin explicaciones. Queda más bestia, acentúa más la barbarie. Y uno imagina perfectamente lo que ha pasado. Bueno, es una opinión muy subjetiva, pero el relato me ha parecido muy prometedor.
Ah, y la iniciativa muy interesante, la verdad.
Tienes razón, de esta manera queda más frío e impactante. La verdad es que ese párrafo no sabía como dejarlo. Pensé en escribirlo así como dices, pero dudé. Después apareció el final y... bueno, lo escribí entre ayer y hoy.
Gracias Ramón por tu propuesta.
Abrazo.
Ocurre con frecuencia, por lo que tengo oído... no me gusta nada la caza :(
y el relato está muy bien llevado
dos abrazos :)
Encarni un relato salido directamente de un corazón grande. Al leerlo siento una tremenda tristeza por esos ñiños que felices e ingenuos adiestraban a Canela, y siento mucha ternura por esa amiga que abrazó a sus dueños para calmar su pena.
Un abrazo amigo de corazón a corazón.
Cuanta dureza puede morar en el corazón de ciertos hombres.. y mujeres.. no creas, pero estas como que tienden a disimular. Ya sabes que siento a los perritos como familia, de modo que poco puedo añadir. Hoy Zola ha tenido a bien colarse. Bs.
Tremendo Encarni, mira que desde el principio del relato imaginaba que iba a derivar en este final. Quién obra así no tiene corazón, esas reglas atávicas de los cazadores me ponen los pelos de punta, decidir eliminar a otro ser porque no responde a tus necesidades y porque te consideras superior es terrible y sabemos que no sólo tiene límite con los animales. Muchos de los que han vivido en esa idea no habrán eliminado a aquellas personas que no hayan respondido a sus expectativas simplemente por miedo al peso ley o a algún castigo divino, castigo que parece que no era dictado en caso de que la víctima fuera una perrilla color canela.
Un beso.
Sé que existe esa costumbre entre los cazadores. Es tremendo lo que hacen. En la zona de La Mancha ahorcan a los galgos, que hay que ser bestias.
Buen relato. Saludos.
copio, pego, autoenvío y luego imprimo y a continuación leo.
Tal como me has dicho, pero no, política no, por lo menos en el primer término.
Saludos.
Hola Encarni:
Utilizo el e-mail, porque no tengo otra forma de dejarte un
comentario, ni siquiero como Anónimo. Soy Pepe de
desgranandomomentos.blogspot.com.
He conocido muchos casos de galgos colgados de los árboles por
cazadores sin conciencia, cuando ven que no servirán para la caza o
cuando ya no sirven de puro viejos.
Tengo una amiga que ya ha recogido dos de esos galgos casi muertos y
participa en una asociación creada para la defensa de estos animales.
Es una enorme crueldad, así que entiendo a esos niños cuando reniegan
de alguien capaz de tal atrocidad.
Me ha gustado tu blog, así que, si me lo permites, será un placer seguirte.
Un abrazo.
P.S.- Algunos amigos blogueros tampoco a mí podían dejarme comentarios
y lo he solucionado dejando la ventana de comentarios en vez de
incrustada a continuación de la entrada, como ventana emergente. Te lo
digo por si te puede interesar.
Un abrazo.
Es un relato precioso, que retrata -desde los ojos de una niña- el cariño tan grande que nace y crece hacia un perro, en este caso una perrita, y la atrocidad de ese padre-cazador que sólo ve a Canela desde un punto de vista utilitario, el de la caza. El final es emotivo y perfecto para mi gusto: abrazar a los hijos del desaprensivo porque él no tiene corazón.
Eso sí, y como mera sugerencia que puedes o no aceptar, le cambiaría el título por uno más neutro, como "Canela". Creo que suena menos azucarado y es más concorde con el relato, con el protagonismo de la simpática Canela y el propio recuerdo que ha generado en la niña que narra.
Un abrazo, Encarni.
Encarni, perdona mi despiste, pues ya lo habías titulado "Canela" y no me apercibí, me fijé en el título de la entrada "Un relato desde el corazón".
Totalmente acertado.
Un beso y disculpa.
Que historia tan triste, me pregunto como se puede ser tan bestia con un ser que lo único que nos da es amor. Definitivamente coincido con vos en que esa persona, si es que se le puede llamar así, no tiene corazón.
Me quedo con angustia e impotencia.
Un abrazo.
Ayer te leí y pensé que habia comentado, y veo que nó. Ahora pués. me dedico a ello. Es que la historia me ha gustado mucho. la haces sencilla, la pintas cercana, y nos la enseñas real, como és. Denota una gran sensibilidad por tu parte, Encarni; lo cual no és nada de extrañar. Todo lo que tu escribes, tiene este denominador común. Gacias por compartir.
Triste relato, y gran desilusión para unos niños que habían hecho de ese perrito su compañero de juegos, pero la vida es así de cruel.Un saludo
Qué triste. Desde luego no se ha de tener corazón para cometer un acto tan horrible, pobre animal.
Cazar no se si cazaría mucho, pero sesgar las ilusiones y la felicidad de los niños... en eso si parece que era experto.
desgraciadamente hay "personas" que solo ven en los animales su posible uso o utilidad, a mi siempre me impresiona de que esas "personas" hacen lo mismo con sus congeneres.
Un relato duro en elfinal pero trmendamente emotivo.
Un beso
En general somos así de prácticos y materialistas: si alguien o algún ser no nos sirve para lo que habíamos pensado o proyectado, nos deshacemos del cuerpo rapidamente.
Me gustó mucho Encarni, sobre todo porque está basado en hechos reales, es cruel y cierto.
un fuerte abrazo
Aia, pero qué triste!
Me hiciste acordar a una Canela preciosa que teníamos en el campo... pero por suerte no me enteré de su muerte.
Besos
Conozco personalmente un caso similar acontecido hace muy poco, producido por gente que se llama civilizada y ecologista. Un perro buena persona entrenado para cazar, en este caso jabalíes, y que no quiso hacerlo. No volvió vivo de su primera cacería ¿Para qué querían aquellos desalmados a un perro buena gente? Mejor descerrajarle un tiro. Animales...
No hay palabras para denominar a este tipo de seres, no merecen llamarse humanos ni personas ni mucho menos animales, porque ellos no sienten odio, no sienten rencor y son capaces e lamerte las manos y las botas con las cuales les han dado una patada.
Me ha encantado ese relato de niña llena de ilusión aunque me ha dejado el “cuerpo cortado” su final. Si hay algo en la vida que saca lo peor de mi, es la gente que maltrata a los animales en general, en mi caso tengo perros, que me dan multiplicado por mil todo el cariño que vuelco en ellos pero odio y odio con todo mi corazón a cualquiera que maltrate a un animal, perro, gato, burro…me da igual, eso dice de la calidad “humana” de esa “persona”.
No se si has visto la entrada del 12 de octubre de 2011 en mi blog, quizas solo con las imágenes entiendas lo que te digo. Un beso.
Tu relato es real como la vida misma. Hay gente que utiliza a todo y a todos y en cuanto no le son útiles se los quitan de en medio. Lo pero es que si hacen eso con un animal están a un paso de hacerlo con una persona y eso lo vemos a diario en las noticias. Excelente relato vivido desde y para el corazón de las almas sensibles.
Besos y gracias por participar.
Magnífico relato. Me ha encantado la forma y el fondo. Hay conductas así de inhumanas y que a cualquier corazón mínimamente sensible le hacen sangrar.
Medea he visto tu video, es fantástico ver este acto de vida en el parto de una perra. Me ha encantado. Y la sensibilidad que has demostrado.Genial.
Un abrazo.
joderese, aencarnbi...me has fastidiado el comentario¡¡¡ según iba leyendo, no sabía si ponerlo,pues era duro lo que iba a dejar aquí escrito, duro como la realidad que has descrito en este relato. te iba a contar lo que les sucede a los galgos de mi pueblo cuando no valen para la caza..pero ya lo has contado tú...¡¡nunca entendí cómo se pueden matar a los galgos...por extensión a los demás perros que para la caza son...!, pero ya lo has contado...
medio beso, encarni.
Eso si que es un corazón de piedra, o de estiercol, o de paja, oxidado, muerto...inservible para etiquetarlo de humano.
Un abrazo.
Hola, no se que le pasa a blogger pero no me deja comentar en tu jueves.
Creo que somos del mismo pueblo, jejeje, los cazadores no crian perros que no cacen, no sirven para nada y gatan en pienso y dan trabajo, se de muchos que no volvieron al igual que canela, ¿sabes que yo he tenido varias canelas?, bueno, no yo, mi tio, pero eran el juguete mio y de mis primos, cazadoras todas y buenas mascotas, lo siento, siento que el jueves te trajera tan triste recuerdo, miles de besosssssssssssssssss
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