Esa mañana me encontré casualmente con un amigo, que además de llevar la mirada triste todo él parecía afligido. Al preguntarle, me contó que acababa de enterarse que un amigo suyo al que le tenía mucho cariño había fallecido a causa de las drogas, algo que le había acompañado desde que le conoció. Pero añadió que una vez le salvó la vida. Me relató cómo un grupo de amigos quedaban de vez en cuanto para hacer escaladas, y que él estuvo a punto de caer, pero gracias a su amigo que le ofreció su mano impidió que ocurriera una tragedia. Desde aquel día recordaba aquella mano amiga a la cual se aferró con todas sus fuerzas. Mientras me lo contaba, mi amigo se llenó de versos, él no lo sabía pero yo los recogí sin que se diera cuenta y me los llevé a mi cajón, a cambio, yo sólo pude abrazarlo.
Con otoño adelantado
el hombre sujeta sus hojas, todas ellas
para no quedarse ciego
ante el estanque de lodo
que dejó tras de sí y que ahora le mira
como otras veces a la cara y le persigue
cuando otra rama queda
descolgada sin remedio
y acaba muriendo en el jardín de las sombras.
Fue suyo también aquel
azote que delira
y también suyo el compañero asiduo
del vacío.
Lejano ahora el murmullo
de la necedad
aún sujeta el pecíolo de sus hojas
para no romperse en la caída.
Escrito por Encarni
La foto está sacada de google
7 comentarios:
El azar es aún más extraordnaro en la realidad que en las novelas de Paul Auster. A la misma hora que escribías el artículo, tu amigo, en otro rincón de la ciudad, se había quedado dormido y soñó con su amigo muerto al que no recordaba desde hacía mucho tiempo. Soñó que estaba citado con él en un casa. En aquella casa había una promesa implícita de diversión, pero sobre todo de celebrar experiencias inusuales. Al despertar cayó en la cuenta de que aquella casa era la muerte (puedes seguir la historia).
Hola Encarni!
Enhorabuena, tienes un espacio muy acogedor. La entrada tiene fuerza y si es verídica más aun. Gracias.
... Al despertar cayó en la cuenta de que aquella casa era la muerte. Y nunca antes la muerte se mostró con aquel rostro enfermizo, la ausencia de luz y el escaso espacio reducido cenizas. Nunca antes vió su vida como los restos de lo que una vez fue su hoguera a destiempo. Pero despertó, y eso era lo importante. Despertó y abrió la ventana, y el aire se coló en su cuarto anunciando un nuevo día.
Y despertó con la ligera voluptuosidad aún de los placeres prometidos y no le importó que la casa fuera la muerte porque él ya estaba despierto y la muerte había pasado a su lado y no le había tocado. Se sumergió en el blog de su amiga y encontró el poema Otoño adelantado y no dejó de maravillarse de las innumerables correspondencias que el azar nos prepara con sus redes.
Gracias, mil o incluso muchas más gracias.
Gracias por los comentarios.
...redes que se nos quedan pegadas al rostro,húmedas y viscosas como algas en descomposición cuando nos quedamos dormidos al borde de un acantilado. La casa estaba alli...
éste fue mi comentario, que llega tarde despues de unos cuantos sueños mas...
elenanitorojo ;)
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