martes, 17 de noviembre de 2009

Paredes amarillas


Aquellas paredes amarillas se convertirían en sórdidas murallas donde cada noche intentaría trepar la soledad. Cerró los ojos, y se acomodó en la cama de las dudas deshojadas, cuando la llamaron a lo lejos desde un timbre cualquiera. Fue en ese instante cuando perdió el ego, el poco que conservaba y que le llevó tiempo ubicarlo.

La casa le quedaba grande, lo supo nada más entrar en ella, se la probó como quien se prueba un vestido o unos zapatos. Recorrió cada rincón, cada pasillo, cada hueco, cada ventana, y volvió a quedarle grande, muy grande. Deseó no contestar y salir de allí, pero su casa estaba aún más lejos. Y cada noche el silencio la encontraba escarbando en un puñado de sal que guardaba en su equipaje. Todo el pasado, el presente y el futuro se encontraban dentro, por eso no le quedaba más remedio que contestar.

Escrito por Encarni
Foto de Google.


2 comentarios:

Selu dijo...

Cuando visito tu espacio, me surge el sentimiento de haber estado aquí toda la vida, o como esa sensación que a veces tenemos al visitar un lugar nuevo, de haber estado en ese sitio con anterioridad. Recorro la música, los colores, los sentires... como mio. Todo lo mejor para tus deseos.

Encarni dijo...

Selu, gracias por tus palabras. Esa era la idea, de que al entrar te sintieras( o que se sintieran) a gusto, si lo he conseguido, será porque cuando entras en ella lo haces de una manera sencilla y sincera, algo que siempre es agradable de reconocer, y... bueno la puerta la tienes abierta para cuando quieras entrar.
Un abrazo.